lunes, noviembre 17, 2008

La violencia en los toros


Paseando con mis amigos por los alrededores de la Maestranza, la plaza de toros de Sevilla, empezamos a meditar nuestro posicionamiento acerca de los toros.
En nuestros tiempos, el toro se ha convertido en un personaje famoso y polémico en las tradiciones españolas. Es el espectáculo de masas más antiguo de España y uno de los más antiguos del mundo. El toro es el protagonista de la corrida, criado con cuidados especiales para que llegue en las mejores condiciones a la plaza de toros. Cuando éste entra a la plaza se halla con el torero ansioso de su llegada para que comience el duelo que termina con su muerte.

De siempre, la gente ha acudido a las plazas de toros; no obstante, ahora es cuando las personas se preocupan por el maltrato a estos animales y se ha generado un gran debate, hasta el punto de pedir la prohibición de las corridas de toros. De esta forma, Barcelona se ha declarado ciudad antitaurina, tras una petición popular con miles de firmas recogidas en todo el mundo y se han creado en toda España muchas asociaciones en contra de la fiesta.

Las reacciones a las corridas de toros, son variadas entre las personas. Por una parte ven este espectáculo como una forma entretenida de divertirse o de admirar con orgullo el arte del torero, que cada tarde sale a la plaza dispuesto a conquistarlo todo arriesgando su vida.
Además, hay bastantes personas que viven de ésta profesión: ganaderos, agricultores, conductores, veterinarios, subalternos, personal de la plaza, y por último pero no menos importante, el torero.
Otros, en cambio, las consideran repulsivas, como una tortura para el animal o un juego sin sentido, en el que le arrebatan la vida al animal, sometiéndolo a intensos sufrimientos.
A mi modo de ver, la muerte del toro, es similar a la que puede producirse en un matadero, dado que al contrario que en la plaza, muere sin tan siquiera optar a una segunda oportunidad de vida, también llamado indulto.
Por otro lado, no me gusta que los torturen ya que son como cualquier otro ser vivo y tienen derecho a una muerte digna.

En definitiva, los toros han sido algo tradicional en España, que debe mantenerse, tratando de evitar al máximo su maltrato.

sábado, noviembre 01, 2008

No,claro que no se debe

"Les cuento un caso vivido : sesión de tarde , en San Sebastián . Un machito de unos doce años martiza groseramente a la niña que le acompaña , a la que entre bromas y veras le está dando una auténtica paliza . Los adultos circunstantes miran con embarazo y comentan con desagrado , pero no mueven un dedo . Hasta que una joven y bien plantada se levanta y le arrea un sopapo al botarate , diciendo enérgicamente : " Eso para que aprendas que siempre habrá alguien más fuerte que tú ." A partir de ese momento , paz en la platea . No claro que no se debe pegar a los críos. Casi nunca"
(Extracto del final del artículo de Fernando Savater "¡Te daba así!")

El otro día leímos una historia sobre el maltrato, en la que un niño le pegaba una paliza a una niña en un cine, y una mujer trata de separarlos pegándole una bofetada al chico. El autor lo retrata como un machito de doce años. En cuanto a la mujer que los separó, la describe como una señora joven y bien plantada, enérgica a la hora de dirigirse al muchacho. Sin duda, el machito extrajo una importante lección del suceso:
siempre hay alguien más fuerte que tu.
En cuanto a la niña, pensará que siempre encontrará a personas que la pueden ayudar en todo momento, aunque no es demasiado habitual. Savater, el autor del texto, quiere destacar la eficacia de la actuación de la mujer con su forma de intervenir. Y lo resalta con esta frase:
"A partir de ese momento, paz en la platea".
Este texto sirve para plantear una polémica actual sobre la educación de los niños, en la que se discute si se debe o no pegarles en algunas ocasiones necesarias.
Antiguamente, la violencia era una situación mucho más habitual, ya que se veía con normalidad usarla para educar a los niños: "La letra con sangre entra". Se pensaba que forzandolos a toda costa y por cualquier medio, incluido el castigo físico, se conseguía su educación correcta. Dicha educación se basaba en el respeto absoluto a la autoridad de profesores y padres. Cualquier mínima desviación era causa suficiente para imponer castigos físicos. De esta forma se conseguía que los niños actuaran con respeto y educación, aunque no estuvieran convencidos. El inconveniente es que los niños se acostumbran a convivir con ella.

En cuanto a la postura de no utilizar la violencia, supondría la formación a base de convencer al niño de cuál debe ser su actuación correcta. No tiene en cuenta esta visión el que el niño no quiera convencerse, así pues la voluntad del niño se impone a la del educador.
Por último, se encuentra la postura de no utilizar la violencia excepto en caso excepcionales. La frase del autor corresponde a esta visión, en la que la violencia pasa a estar en segundo plano, siendo más importante el convencer y razonar con el niño.
La virtud de este sistema consiste en el respeto a la integridad del niño y en su trato como persona, aunque tiene el inconveniente de que este respeto e intención de razonamiento a veces no da resultado, por lo que no cabría duda de la necesidad de recurrir a la violencia.
En mi opinión la postura correcta es tratar de evitar llegar al castigo físico y utilizar el razonamiento para convencer al niño del comportamiento que debe de seguir. La legislación española coincide con en esta ultima postura. A finales del 2007 desapareció la última referencia que permitía el castigo físico a los niños: Art. 154 de Código Civil. - Antigua redacción: Los padres o tutores "podrán también corregir a los menores razonable y moderadamente". - Nueva redacción: "Los tutores ejercerán su cargo de acuerdo con la personalidad de sus pupilos, respetando su integridad física y psicológica". Esto generó un debate sobre si hacía falta este cambio, porque ya no había en la legislación española ningún apoyo a la violencia física.
En relación a la situación que se plantea en el texto, el autor destaca la eficacia de la actuación violenta de la mujer para terminar el alboroto.
Respecto a esta forma de resolver la situación, por un lado, me parece bien que alguien intervenga para ayudar a otra persona. Y por otro lado no estoy muy de acuerdo con la forma de resolverla, con violencia.
A mi modo de ver, la forma óptima habría sido, por ejemplo, avisar al responsable de la sala para que echara al niño, por mi parte al menos, habría hecho eso.En general pienso que la violencia se puede utilizar, excepcionalmente, cuando sea estrictamente necesaria.